miércoles, 27 de febrero de 2013

Obsesiones y Parafilias (Volumen 15): Palabras para ti, palabras para Julia o escribir poesía versión 2.0




"Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable"



Moonrise Kingdom



Un día pensé que todo iría mejor si escribiera más poesía. 


"Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido"



Antes de aquel día pensaba que a nadie le importa lo más mínimo si yo escribo más o menos poesía. A nadie le importa si quiero o sé escribir. A nadie le importa...




"Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso"



Mucho antes de aquel día todo era muy hermoso. Yo aún no sabía que quería escribir y menos, que tú me leerías. Estaba muy lejos aún de comprender que cada letra es un esbozo de la sonrisa que ponías al mirarme y todo era tan bello como esa sonrisa que me ponías sin que escribiera poemas.



"La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor"



Aquel día escribí pensando en ti, algo muy bello que yo creía un poema y cogió forma de cuento infantil. Lloré frustrado, lo rompí en mil pedazos y lo tiré al contenedor de papel más cercano porque tú querías una poesía y yo había escrito una aventura infantil de niños pequeños. Como un infante que no llega a la ranura del contenedor azul reciclé unos folios que llevaban impresos unas palabras que eran bellas para alguien que quiere un cuento, pero cursis para quien espera un poema.



"Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino


Different pages, same story  (by DaedaLusT)



Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso..."


Porque Julia eres tú. Julia es lo que siempre he escrito aunque te cambies el nombre y desaparezcas para martirizarme.


Siempre acuérdate.


Y hasta que lo recuerdes y yo aprenda a escribir poesía, me voy a Kamchatka. 


Porque Kamchatka es el lugar donde resistir...


Siempre SIEMPRE acuérdate.




PD: Versos de "Palabras para Julia" de José Agustín Goytisolo.

B.S.O.: Palabras para Julia (Los Suaves)




lunes, 25 de febrero de 2013

Microrrelatos sin pudor (Volumen 31): De drogas y abandonos




“It´s all in the game”
(Omar Little, The Wire)


Viniste descuidado, 
con tu andar despreocupado silbando aquella melodía tan hipnótica.

Pusiste el cañón de tu pistola en mi sien y esperaste mi rendición. 
Yo quería rendirme y tú apuntaste para que lo hiciera.




Sudé, sudé y sudé.

Cuando me rendí ya no estaba tu pistola. 
Ni tú. 

Busqué un método para dejar los narcóticos y tú me lo diste. Pero ya no estabas. Ni tu pistola.

Fuiste a robar a otros traficantes.
Me quedé sin nada, aunque no te interesaba ya, no te lo llevaste y sigues encontrándote con todos por casualidad por las calles.


Descuidado, con tu andar despreocupado silbando aquella melodía tan hipnótica.



“It ain't what you takin', it's who you takin' from, ya feel me? 
How you expect to run with the wolves come night 
when you spend all day sparring with the puppies?”
(Omar Little, The Wire)




martes, 19 de febrero de 2013

Cagar en los museos


Esta es una historia con moraleja: 
No hay que reírse de las costumbres de los amigos.



Tengo un amigo que siempre que pasaba cerca, entraba a cagar al Reina Sofía. Yo siempre me había reído de aquello. Se convirtió durante mucho tiempo en un tema recurrente. Su afición a cagar en el Reina Sofía. 

Pero, llegó el día. Un día como otro cualquiera. Un día que, más por necesidad que devoción, entré cagar con él, y a partir de entonces me aficioné a ello. 

Ahora voy cagando por todos los museos que visito. Se ha convertido en una obsesión, en una necesidad. Hay gente que hace turismo con prioridades extrañas: Follar, cogerse borracheras, comprar souvenirs, vírgenes o imaginería religiosa de diferentes sitios… 

Yo voy cagando por todos los grandes museos del mundo.



El Baño de Duchamp


Empecé en mi ciudad y he ido consiguiendo hacerlo por todos lados. Hay quien piensa que voy a los museos porque me interesan las obras de arte que guardan y muestran en su interior. Pero no. A mí me interesan sus baños y poder tacharlos de la lista de museos importantes donde he cagado. El Louvre, La Tate Gallery, El Moma, los Uffizi, el Prado

Como dije, me desvirgué en Madrid, tras sentir la llamada viendo El Guernica en el Reina Sofía, donde esperaba que mi amigo terminara con lo suyo, y en la misma ciudad pasé de largo El Jardín de las Delicias en El Prado corriendo hasta descargar por segunda vez en museos de la capital de España. 

A fin de cuentas, todos somos tan terriblemente catetos como para ir a Museos cuando estamos de viaje y no visitar nunca los que tenemos en nuestros lugares de residencia.


La Victoria de Samotracia


Recuerdo el primer retortijón viendo la Gioconda que me hizo volar por todos los pasillos del Louvre, pasar haciendo una reverencia ante la Victoria de Samotracia para llegar a ese parisino y museístico baño que me esperaba y que estaba incluido en el precio de la entrada.

Las Señoritas de Avignon me indicaron el camino al trono de porcelana en el MOMA igual que el Corpus Hypercubus de Dalí (Al que siempre llamé La Crucifixión) lo hizo en el Metropolitan. Hay quien podría pensar que las hamburguesas neoyorquinas tendrían algo que ver, pero a esas alturas ya estabamos hablando de aficción más que de necesidad.

Como me recordaron Kandinsky en la Tate Modern y extraños restos egipcios en el British de Londres, y la Puerta de Ishtar en el Museo de Pérgamo en Berlín.  


La Habitación en Arlés de Van Gogh


El Nacimiento de Venus de Botticelli en Los Uffizi de Florencia y El dormitorio de Van Gogh en Arles en su Museo de Amsterdam, cumplieron su cometido y fui conociendo poco a poco las diferentes tendencias en interiores de baño de edificios públicos destinados al arte por diversas partes del mundo.

La bebedora de absenta de Picasso me hizo ir bailando delante de La Danza de Matisse en el Hermitage de San Petersburgo, igual que la Señora de Claude Monet que pintó Renoir no me impidió visitar los baños del Calouste Gulbenkian en Lisboa.


La Danza de Matisse


Pero todo empezó a cambiar tras aquella cagada cercana a El Beso de Klimt en el Belvedere de Viena. 

¿Un beso tan bello puede llevar a alguien a cagar? ¿Aunque sea por rutina?

En ese instante, en aquel momento placentero sentado y rodeado de porcelana blanca y frío, recordé eso tan manido de que el amor de una pareja sufre un punto de inflexión clave cuando alguno se tira un peo en la intimidad. Tirarse un peo puede ser un preludio a cagar. Todas las personas cagamos, algunos incluso en pareja (o sobre ellas). 

¿Pero cagar después de ver El Beso?


Nighthawks de Hopper


Los Noctámbulos de Hopper en el Instituto de Arte de Chicago me empezó a dar claves que El origen del mundo de Courbet en el Orsay de París me mostró con más crudeza: La noche, mi vida disoluta, el desorden vital te lleva a cagar de manera diferente. 

Y las noches extrañas te conducen a actividades diferentes para las que fueron concebidos los baños. 

Actividades que todas las personas hacen...


El Origen del Mundo de Coubert


Tantísimos cuerpos desnudos en los Museos Vaticanos y El gran masturbador de Dalí en el Reina Sofía, donde todo empezó, donde iba mi amigo a cagar cada vez que pasábamos cerca o comíamos en algún hindú de Lavapiés, lo cambiaron todo definitivamente y lo vi claro.

El gran masturbador (FOTO: El País)


El siguiente paso será masturbarme en todas las grandes pinacotecas del mundo. 

Va a ser más complicado: Para cagar siempre se puede hacer gana. Masturbarse no siempre apetece...



(Historia basada en hechos reales.)






B.S.O. I: Museo Británico (Francisco Nixon)
B.S.O. II: I enjoy the forbidden (Sex Museum)


martes, 12 de febrero de 2013

Vacío de poder, primavera triste (Historia levemente basada en la proposición vaticana a cabezadeavestruz para que ocupe la Silla de San Pedro)






El teléfono atronó e hizo añicos el silencio de las 12:30 de la mañana, obligándome a saltar de la cama mucho antes de lo habitual. El orden estricto que acompaña mis rituales vitales en los últimos tiempos se altera con facilidad por cosas como esta. Refunfuñando cogí el teléfono con un sólo pensamiento: “Que no sea una compañía telefónica para ofrecerme algo, que no sea un acento sudamericano preguntándome si estoy contento con mi servicio de ADSL, que no sea mamá preguntándome cuándo voy a verla...”

La primera en la frente: Una voz con marcado acento sudamericano (ecuatoriano o boliviano, no sé, seguro que argentino no porque ese tonillo lo reconozco bien) pregunta, con marcado tono maternal, si tengo unos minutos que tiene algo importante que decirme.

Evidentemente, una vez fuera de la cama y con el teléfono en la mano, no pensaba colgar sin más. Una vez que me han sacado de mi cama debo volcar toda mi ira con esa persona (Quien no deja de ser un mandado sin culpa de ello) que ha interrumpido mi necesario y habitual descanso de escasas 14 horas diarias. Sí, últimamente duermo mal y poco, pero no puedo controlarlo todo. Ni siquiera las llamadas telefónicas intempestivas...





No me interesa nada de lo que vaya a ofrecerme, realmente no tengo teléfono – le dije con tono agresivamente cazallero por aquello de ser las primeras palabras de alguien que se despierta y se fuma más de dos paquetes de tabaco al día.
Creemos que sí le interesa. Y no tiene nada que ver con teléfonos. Déjeme que le explique.
Adelante, pero dese prisa. No tengo mucho tiempo, tengo una entrevista de trabajo en unos minutos.

Las risas de mi interlocutor atronaron en mi cabeza removiendo y agitando de mala manera el recuerdo y el rechinar de hielos de los escasos diez o doce cubatas que tomé la noche anterior.

De eso precisamente quería hablarle...

Me acojoné. Mucho. Muchísimo. ¿Querría ofrecerme un trabajo? ¿Un misil trabajo-aire amenazaba con alterar mi linea de flotación? Estuve a punto de colgar, pero rechazar trabajos alegando que cuentas con que está al caer la herencia de una de las mayores fortunas del occidente civilizado y no lo necesitas ni está a tu altura, es uno de mis placeres ocultos preferidos. 

Le haré una oferta que no podrá rechazar, me dijo mientras yo pensaba en lo despreciable que seré cuando tenga el dinero de la herencia familiar a mi disposición.
Diga, soy todo oídos. ¿De dónde me llama?
Del Vaticano. 
¿Eso es una nueva compañía de móviles?
Del Vaticano, Ciudad del Vaticano.
¡Ah! Perdone, diga, diga...
¿Supongo que está usted al día de las últimas noticias?
Umm... Sí, mentí mientras pensaba en la relación que podía haber entre El Vaticano y que los Lakers hubieran vuelto a perder o que haya empezado Gran Hermano 14.
Queremos que ocupe la vacante.
¿La vacante?
Queremos que sea el nuevo Papa. Confiamos en usted.

Tentador. Sin duda. Mentiría si digo que nunca he fantaseado con ser mandamás en la Iglesia Católica, pero aquello no tenía ni pies ni cabeza.


cabezadeavestruz en Ciudad del Vaticano, por cortesía de @Juanferrera


Perdone, pero tengo una pequeña duda...
Diga.
Lo de Papa que me cuenta es lo de Ratzinger, ¿No? ¿Lo de Benedicto XVI? Y al nombrar el 16 me vino a la cabeza Pau Gasol y me quedé pensando de nuevo en las derrotas de los Lakers.
Si. ¿Sabe que ha dimitido?
¿Eso se puede?
Ha pasado y queremos que sea usted el nuevo Papa.
Perdone, me acabo de despertar y creo que no proceso bien. ¿Han pensado ustedes en los inconvenientes de su propuesta?
No vemos ninguno, más bien al contrario.
¿Que yo sea mujer, negra y atea no supone problema?
Nada, menudeces para lo que estamos hablando...
¿Y tengo que contestar ya?
Tiene usted exactamente 30 segundos. Colgaré y volveremos a llamarla en 30 segundos y tendrá que dar una respuesta. Ciao, mi querida negrita descreída, contamos con usted.

Me quedé perpleja con el teléfono en la mano. “Contamos con usted”. ¡Hacía tanto que no me decían algo tan bonito! 

Reaccioné rápido y marqué su número. Sí, SU NÚMERO. Hacía mucho tiempo que no hablaba con ella, pero tenía que hacerlo en ese preciso momento.

Hola, soy yo.
Ya, lo sé. Sale tu número. No lo he llegado a borrar nunca. Ni creo que lo haga. ¿Qué quieres? ¿Por qué me llamas ahora?

Me emocioné. Hacía tanto que no hablaba con ella que me desarmó un poco. Pero quedaba poco tiempo, tenía que reaccionar y los 30 segundos se agotaban.



Déjame hablar. Tardaré menos de 30 segundos y colgaré. No te puedo explicar más.
¿Ya estás con tus gilipolleces? ¿Después de tanto tiempo me vas a venir con cosas raras? Dime, te escucho...
Te quiero. Te quiero como siempre te he querido. Me voy. Tengo que hacerlo. Pero volveré a por ti. No sé cuándo ahora mismo, pero volveré cuando todo esto se acabe. Cuando todo esto acabe, seguirán existiendo chicas a las que las sandalias le sientan de maravilla con sus vestidos rojos, gente que devora kebabs como actos rutinarios de su ser social, cubos de cerveza para compartir que siempre se quedan escasos, bares con baños donde no funcione el pestillo, copas de garrafón, cigarrillos de liar y Bob Dylan. Seguiremos confiando en que la traición afila los rasgos y que a cada cerdo le llega su San Martín, y que familia no hay más que una y a ti te encontré en la calle. Y que la calle fue nuestra porque pensamos que podía serlo, mientras otros llenaban los salones de sus casas criticando lo que salía por sus televisores. Después de todo esto, seguiré pensando que te quedaría de vicio un piercing en tu ombligo pero no me importará mucho que te lo hagas o no, y que las sardinas saben mejor en ciudades con ríos que desembocan al mar y hechas al carbón. Al final, no serán más las canciones que queremos conocer que las que conocemos, y todo lo que me cantaste una vez nunca será parecido a lo que te queda por cantarme. Prince seguirá siendo un genio aunque no sepamos dónde está, y el francés será el idioma más sensual jamás utilizado para cantar algo romántico. 

¡Mil besos, amor! - y colgué.

Me quedé vacío pero no no me dio tiempo a pensar mucho en ello. El teléfono volvió a interrumpir mis pensamientos.

¿Tiene una respuesta?
Si.
¿Contamos con usted?
No puedo.
¿Por qué?

Y no supe que responder. Había gastado todos mis principios y mi sabiduría interna hablando con ella. Tuve que buscar una excusa rápida para quedar bien con El Vaticano.

¿Le gustan Los Simpsons?
¿Perdone? 
Que si le gustan Los Simpsons.
No sé de qué me habla...

Colgué convencida ya. Me preocupa que lleve tanto tiempo oliendo mal en Dinamarca y nadie haya hecho nada por remediarlo. Nadie.

Me preocupa que haya necesitado una excusa como la dimisión de Ratzinger para volver a hablar con ella. 

Y, sobre todo, pienso que hay que desconfiar profundamente de cualquier persona que no vea Los Simpsons.

Volví a llamarla.

Pero esa ya, amigas y amigos, es otra historia...







viernes, 8 de febrero de 2013

Me sobra Carnaval





“Y mira desde aquí,
se parecen a ti.
Dime, ¿desde allí todos 
también se parecen a mí?”
(Me sobra Carnaval, Los Enemigos)



Un año perdido. Mirando atrás, seguro que serían muchos años perdidos. Perdidos en la impostura, en ser quien nunca he sido. Soy el único que lo sabe, pero perdí el tiempo disfrazado de cosas que no era, viviendo un Carnaval autoimpuesto que no coincidía con ninguna fecha de mi calendario. Y mucho menos de mi santoral.

Hoy me he disfrazado de ti. Me he embutido en tu piel porque sé que es la que mejor me sienta y he salido a celebrar la impostura. Con la actitud de disfrute y paraíso en mi cuerpo, que era el tuyo epidérmicamente. Hoy me he disfrazado de ti.



Hoy he triunfado con mi disfraz de ti. Estoy preciosa y la gente que sale con el espíritu loco de la fiesta del ser lo que no se es me ha mirado con deseo. Me he sentido deseada aunque he sabido que realmente te desean a ti.

Mi disfraz de ti me ha durado un rato.

Pasada la ilusión inicial de sentirme en tu piel, me he dado cuenta que me tira la sisa. La capacidad de movimientos es nula dentro de ti y creo sospechar que se ha descosido algo en el culo cuando me he agachado. No puedo levantar los brazos ni acercarlos para abrazar a nadie porque están demasiado pegados a mi piel. Me hace tripa. Para colmo, creo que me está saliendo urticaria porque vaya usted a saber de qué material está hecho tu piel y qué reacción provoca en mi cuerpo.

Como un loco me he metido en el baño de aquel bar para desprenderme de tu piel y poder disfrutar la noche sin tanto agobio encima. Con rabia y angustia, destrozándola. Exhausta mirando al espejo me he dado cuenta que vuelvo a ser yo fuera del disfraz de tu piel y me he sonreído pensando que la noche de Carnaval empezaba en ese momento. En cuanto cruzara la puerta del baño y volviera a la barra.

Las miradas en mi retorno con todo lo que me cruzaba no me gustó mucho. A primera vista, pero quién soy yo para valorar las miradas. Nunca fueron mi fuerte. Nunca miré de frente y soy miope. Y las miradas en Carnaval están, como mínimo, llenas de purpurina, o sea que no hay quien se fíe.

Pedí otra copa desconcertada. La camarera, tan solícita y seductora en Carnaval como el resto del año me miró de arriba a abajo y puso una mueca extraña. Algo así como el emoticono del Whatsapp que tiene la boca en forma de S tumbada y no supe muy bien qué pensar. Nunca sé qué pensar cuando me mandan ese emoticono, pero lo de la camarera era otra cosa. Quizás le puse cara de emoticono yo también porque se vio obligada a decirme lo que pasaba:

Te sentaba muy bien el disfraz. Estabas mejor antes, así sólo eres tú...



Así sólo soy yo - pensé, mientras un escalofrío me recorrió la columna y pillaba el primer antifaz abandonado que encontré encima de la barra para dejar de serlo...




"Dime, ¿Desde allí todos también se parecen a mí?"




B.S.O.: Me sobra carnaval (Los Enemigos)

martes, 5 de febrero de 2013

La inquietante conexión entre el “Te quiero” mal dicho y el polvo mal echado.





Te quiero porque creo que entiendes como soy. 
Te quiero porque a ti te puedo contar lo que a nadie le puedo contar. 
Porque puedo sentir que mi vida a tu lado cobrará sentido y dejará de ser vacía. 
Te quiero porque me preguntaste cuántos años tenía cuando murió mi padre 
y eso nadie me lo había preguntado jamás. 
Te quiero tanto que me gustaría…”

(“Tu vida en 65'”, María Ripoll, basada en la obra de teatro homónima de Albert Espinosa, 2006)




      4.35 AM. Interior Noche.


He tenido que dejar de mandar mails porque me aterraba el momento en el que, después de desarrollar todo el mensaje, de escribir todo lo que tenía pensado decir, revisarlo y quedar más o menos conforme (nunca se queda conforme uno), le daba a enviar y me avisaba que el mensaje no tenía asunto. Nunca supe qué asunto poner en los mails. He optado por tomar la decisión menos dolorosa: Dejar de escribir mails para no tener que pensar un asunto que ponerles. Etiquetar o titular el mensaje es más de lo que podría asumir nunca, y es lo que me pedía el servidor de correo cuando le daba a enviar. Su mensaje no tiene asunto ¿Quiere ponerlo ahora? También podría haber optado por seguir mandando mails sin asunto, pero ¿Quién los leería? ¿Leerías tú un mail que no llevara asunto?


Creo que no


Soy la única persona que conozco que consume porno adyacente. Lo consumo compulsivamente. Tengo un archivo ingente de porno. Soy la única persona que conozco que consume porno adyacente. El porno que está entre las escenas que todo el mundo ve. La conversación forzada, la situación extrañamente patética o ridícula que conduce al mete y saca, las palabras previas a la mamada de turno, la excusa que termina en trío... Consumo vorazmente la parte de las películas porno que todo el mundo pasa adelante para llegar a lo que les interesa realmente. Yo lo hago al contrario. Alguna vez reviso las escenas sexuales por si hay algún tipo de comentario u ocurre algo más allá del folleteo. Así soy de adyacente. Así me gusta el porno. Así voy tirando.





5.32 AM.  Interior. Primeras luces del alba.


Te juro que es la primera vez que me pasa

¿El qué? 
¿Que no se te levanta 
o que me has dicho “te quiero” 
sin que tuvieras que decírmelo?
 No me importa, no te preocupes


¿El qué? 
¿Que no se me levante
 o que te he dicho “te quiero” 
sin que tú quieras que te lo diga?


No me quieres, déjalo...


No se me levanta, déjalo...




Fin del capítulo






"Y esos hombres que tú admiras
que parecen visigodos
mucho músculo, poco cerebro
y luego lloran como todos
(Te quiero, Siniestro Total)




B.S.O. I: Sexo Chungo (Siniestro Total)
B.S.O. II: Sexo Chungo II (Siniestro Total)
B.S.O. III: Te quiero (Siniestro Total)




sábado, 2 de febrero de 2013

El Baúl de las Miserias Perdidas (Capítulo 6): Atrapar un Instante (Aprovechando el Día de la Marmota)



La conocí de casualidad. Su película preferida era Atrapado en el tiempo, lo cual parece un dato sin importancia a primera vista, pero es la clave de la historia.
Si recuerdas la película, el personaje de Bill Murray se ve atrapado en un día de su vida, El Día de La Marmota, y se ve condenado a repetirlo una y otra vez. Después de un tiempo de frustración y de maldecir su suerte, con el desarrollo de la historia, lo va convirtiendo en una ventaja y aprende a disfrutar de ello.

Ella no quería vivir en El Día de la Marmota. Ella tenía la capacidad de atrapar los instantes. Tantas veces trató de enseñarme a hacerlo que con el tiempo, creo que empecé a conseguirlo de alguna manera.

No sé si lo hacía bien o mal, pero lo intentaba. Es una obsesión humana. Si estás viviendo algo fascinante, porqué no quedarse a vivir en ese momento. Si hay un momento que colma todo, la luz te atrapa, el calor te derrite, el placer te subyuga, el bienestar te arropa… ¿Porqué salir de él? ¿Por qué bajar a la Tierra? ¿Por qué buscar otro?
El mayor drama que encontraba en la vida es el saber que nada era eterno. Ella tenía la respuesta. Para ella, no existía la eternidad, pero sabía alargar los momentos todo lo que quería. Sabía atrapar el instante. Sabía quedarse en él hasta que encontraba otro mejor. Sin moverse, sin buscar demasiado. Atrapaba el instante.

No la veías. 
No estaba. 
No te reconocía. 
No la importabas. 
A no ser que fueras parte de SU momento. Y cuando te atrapaba en su momento, sabías que nada volvería a ser lo mismo nunca jamás.

Y no era fácil. 

Yo, lo reconozco, amante y esposa con vocación religiosa, no estoy educada para alcanzar tal grado de perfección. No estamos entrenadas en sensaciones intensas. No estamos preparadas para dejarnos atrapar por momentos demasiado intensos, o al menos, no para estar en ellos más tiempo que el instante en sí.

Miré atrás y me busqué en los bolsillos, pero no encontré más que despojos intensos. Momentos que no merecían ser atrapados pero que llevo guardados como si de una documentación más se tratara: El instante en el que me caí del triciclo cuando tenía tres años delante de la humanidad entera, el día en el que te vi con otro y le miré a los ojos, el segundo estribillo de Brown Eyed Girl rayado en un vinilo de mi hermano mayor por mis ansias de escucharlo una y otra vez, el despertar del coma terriblemente consciente, por primera vez, de que no sería esa gran gimnasta que soñaba ser antes del accidente…

Y pensé que debía tirarlos. 
Y los tiré. Una y otra vez. 
Y volvían a mí. Una y otra vez.

Ella siempre decía que los instantes hay que atraparlos, pero que también hay otros que te atrapan sin que tú lo quieras, incluso contra tu voluntad.
No había terminado aún de decir “voluntad” y la besé con toda mi alma.

-Atrapa este instante.
-No lo quiero, tengo muchos…

Me fui con la cabeza gacha esperando que mi mirada al suelo me diera más instantes o más momentos que atrapar… Pero me quedé con el último. Ella no lo quería pero yo me lo iba a quedar. Por fin había aprendido. Y ella también se lo quedaría. Aunque intentara tirarlo. Incluso contra su voluntad. De eso estaba segura…



Postdata Innecesaria (Como casi todas):
Hay quien piensa que esto debería haberlo posteado el 2 de Febrero que es cuando se celebra El Día de la Marmota. Pero esto, no va del Día de la Marmota, ni de la película. Ni siquiera de Andy McDowell… Va de instantes...



Postdata Necesaria:

Esta historia fue publicada originalmente el 12 de Abril de 2011. Aprovechando el Día de la Marmota de 2013 y las pocas ganas de vivir que luce este rincón últimamente, hemos echado mano al Baúl y al abrir la tapa a sonado aquello de ¡¡Arriba excursionistas!! y nos hemos decidido a ello...
Gracias por la atención, seguiremos informando.
No se admiten preguntas.