sábado, 6 de octubre de 2012

De repente llegó el otoño...




“Abre los ojos: ya estás adentro de ti mismo,
en un barco de monosílabos navegas”
(Central Park, Octavio Paz)



De repente llegó el otoño… 

Releemos a Pessoa por aquello de buscar la melancolía otoñal, aunque los dos andamos sobrados de ella cuando estamos juntos. 

El otoño es tan maravilloso que nos une en el asco que te da a ti que empiece a llover y a hacer frío lo que lo convierte en atroz preludio del temido invierno y la angustia que me produce a mí llegar a estos días con un calor impropio, lo que lo transmuta en los estertores de mi repudiado verano de sudores y cuerpos al sol.

Lo único seguro en Otoño es pasear por Central Park, ver los colores y saber que se ha desbocao la primavera en miles de colores. 


"Hay el viento que esparce los reflejos
de Alicia desmembrada en el estanque"
(Central Park, Octavio Paz)




De repente llegó el otoño…

El otoño, tan propio él, volvió a convertirme en ciprés. Un ciprés alto, erguido y orgulloso, donde quiero guarecerte con mi sombra de los soles tardíos y cobijarte con mi cuerpo del agua y el frío tempranero.

Pero tú, linda y rebelde a la melancolía, buscas el advenimiento de la primavera y el refugio en arbolitos que aparentan ofrecerte mejor sombra y más seguridad a las borrascas. Y la encuentras sin saber, que esos árboles que no son este ciprés, no son más que presuntuosos y efímeros troncos que te ofrecen el apoyo necesario hasta que te recuestes lo suficiente para convertirte en enredadera y sea imposible que te separes de allí, aunque no te des cuenta hasta que llegue la primavera.

Parecen acogedores en tu melancólico otoño. Serán mortales cuando vuelvan los colores y se desboque la primavera. Porque no quieren que te desboques en primavera.



De repente llegó el otoño…


Y el ciprés otoñal sabe que en el fondo, no es más que un bonsái grande. Porque sabes que es un extraño bonsái grande, por mucho que aparente un árbol mortuorio, pero un bonsái que cada día saca una nueva hoja con la que cuidarte, sorprenderte.

Un falso bonsái de tamaño extraño, que cada día no tiene más ilusión que despertarte con un nuevo verso, una nueva canción.



De repente llegó el otoño…

Y el verso que hice cada día, te lo canté y se desbocó tu primavera… 

(Aunque yo siguiera en mi melancólica y mortuoria impostura otoñal tan lejana de esos meses de otro tiempo y de esos árboles de tan colorido y acogedor ramaje)




B.S.O. Otoñal I: Central Park (Loquillo)
B.S.O. Otoñal II: Puta (Extremoduro)

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