Cada vez me quedan menos páginas por escribir. Siento que el futuro, que nunca supe qué era, se me escapa de entre los dedos sólo por haberlo tocado sin permiso.
No soy ni la sombra de aquel que nunca soñé ser.
Cuando se anhela algo, aunque no se tenga muy claro lo que puede llegar a ser, se vive persiguiéndolo, sin ningún problema, con subidas y bajadas en el ánimo acorde a lo cerca o lejos que se sienta uno en cada momento. Al no conocer el destino, simplemente se van comprando billetes. Se va disfrutando del camino, que siempre es más bonito que el destino, aunque uno no lo sepa. Crees que en algún momento puede llegar ese destino a ti, porque ya tocaba o simplemente porque eres tan sumamente gilipollas que crees que puede llegarte en algún momento.
Y no, no es así… Hay un tipo de personas, un jodido y extraño tipo de personas, que a pesar de llevar la sonrisa más deslumbrante por tarjeta de visita, de llevar la vida que todo el mundo DICE que le encantaría llevar, de ser fascinante para todo el que se acerca y quiere verlo tienen la condena de caer en el abismo de no sólo no anhelar nada claro, sino de encima ser terriblemente conscientes de ello.
A tomar por culo el mundo: Es muy jodido no creer en nada. Ni siquiera en uno mismo.
¿Cómo se puede ir por la vida de inteligente y ser tan terriblemente cándido?
Si le das a alguien un libro en blanco, con todo lo que ello conlleva, se abre el corazón y con gusto es arañado y mutilado, pero cuando los bálsamos lo tienen más dulce y sano, propones: ¿LO ESCRIBIMOS JUNTOS? Y te das cuenta que lo que crees tú que va a escribirse es la cumbre de las letras mundiales y te cierran el libro de golpe para descubrir que te han escrito un folletín romántico y convencional sólo te queda perder la fe en la literatura y no querer volver a leer.
¿De qué cojones sirve ahora llevar un libro entre las manos? ¿De qué sirve si sabes que si os ponéis a escribirlo en algún otro momento va a salir una novela aún peor? Ni folletos propagandísticos saldrían ya. Al menos cuando llevaba el libro y no aparecían las musas siempre tenías la esperanza de que en algún momento llegara la inspiración. Y si no llegaba, por lo menos era bonito y quedaba muy cultural llevar ese libro entre las manos. Ahora será mejor llevar una revista ya escrita, menos interesante, pero por lo menos no miente: da lo que promete… nada.
Vuelve a sentirte un objeto.
Vuelve a sentirte utilizado.
Siempre es mejor sentirte utilizado, que ignorado…
Siempre es mejor sentirte utilizado, que ignorado…
Pero joder... ¡CÓMO DUELE!
No hay comentarios:
Publicar un comentario