miércoles, 24 de marzo de 2010
Soy una niña buena
Le digo a mi chica que deje de manosearme las tetas. Me resulta muy incómodo que lo haga en público y lo sabe. Se enfada y se va hacia el escenario. Me resulta muy incómodo estar en las primeras filas de público en los conciertos. No me gustaba ni cuando pasaba el día entero canturreando el estribillo de “Pretty Vacant” de los Pistols con cara de mala-malísima.
Años de malos ratos con las monjas no consiguieron lo que ha conseguido mi chica en seis meses de convivencia: Que empiece a hacerme una niña buena. Ya no disfruto como antes, porque soy buena. Ya no me drogo como antes, porque soy buena. Ya no follo como antes, porque soy buena. Ya no soy como antes, porque soy buena.
La fascinación por sus labios duró un mes de besos continuados. Sus tetas dejaron de llamarme la atención al tercer mordisco y sus piernas son más bonitas con pantalones que con faldas. La fascinación que tengo por su culo está a punto de agotarse. Es lo único que me une a ella.
Ya no tengo edad para seguir despertándome con la Polla Records a todo trapo mañana tras mañana. No me gusta Iggy Pop, digan lo que digan, es una pasa arrugada. Muy elástica, pero una pasa a fin de cuentas. Las pasas solo sirven para que te comas sus rabos para mejorar tu memoria. El rabo de Iggy sólo tuvo interés para mí del 79 al 80 y no sé si lo que me interesaba era su rabo, el cambio de década o la despreciable relación heterosexual múltiple en la que estaba metida en aquel entonces por mi mala cabeza y mi falta de escrúpulos.
He dejado de encontrarla atractiva con falda y chupa de cuero. A ella le da igual, pero no se lo voy a decir. Las niñas buenas nunca dicen la verdad. Las niñas buenas sólo dicen lo correcto. Las niñas buenas no mueren por la boca como los peces. Mi boca no va a volver a besar unos labios inadecuados. Ni siquiera los suyos.
No voy a volver a lamer sus labios. Ni los labios de nadie que no me merezca. No volveré a desmelenarme nunca, no es propio de niñas buenas. No volveré a cantar al final de ninguna fiesta aquello de me gusta ser una zorra. No me gusta ser una zorra. Quiero ser una niña buena.
A mi sobrinita le compraron sus papás una camiseta de esas en las que ponen que las niñas buenas van al cielo y las malas a todas partes. Incluso con esa camiseta no parece una niña mala. Es muy pequeña todavía para saber qué horterada le hacen llevar puesta su papá y su mamá y que tanta gracia le hace a su tita. A ella sólo le preocupa porqué no tiene un tito que venga conmigo a verla. Quizás algún día me convertiré en una niña buena como Dios manda e iré a verla acompañada por alguien que será a partir de ese momento su tito. Ni para eso sirve mi chica, aunque parezca capaz de todo ahí adelante pegando saltos demoniacos al compás de una música atroz de la que alguna vez estuve convencida de que me gustaba.
A veces miro hacia atrás y no recuerdo más que el rabo de Iggy Pop. Y eso que no me gustan los rabos. Mi cabeza está confusa. Necesito ser una niña buena y parecerlo. A menudo me parezco a otra y eso me da mucho miedo. Es hora de empezar a hacer balance y actuar en consecuencia. Es hora de poner las cosas en orden. Es hora de empezar a ser una niña buena.
Voy a tirar los discos de Kortatu y Eskorbuto. A fin de cuentas, ya no tengo tocadiscos. Desde que me fui a vivir con ella he renunciado a muchas cosas. Es el momento de empezar a pensar en mí. Voy a ser una niña buena. No hay nada de mi pasado que me lo impida más allá de esos discos. No recuerdo nada que me pueda impedir ser una niña buena.
Tampoco recuerdo quién mató a Laura Palmer, pero creo que podré vivir con ello.
Supongo que decirte que me gusta tu blog es como oir "¡Qué guapa vas, me encanta tu vestido!" el día de tu boda: no da pie a decir nada más que "Muchas gracias".
ResponderEliminarLo cierto es que me gusta leer las cosas que escribes, algunas por superficiales y mundanas y otras por profundas y mundanas... El denominador común siempre es la cotidianidad y los sentimientos que van de la mano de la fantasía y lo imposible. Juegas muy bien a este juego aunque no siempre salgas ganando (quizá sea porque quieres perder adrede).
Muchas gracias por seguir escribiendo.
No lo veo parecido: El día de tu boda todo el mundo está "obligado" a decirte lo guapa que vas.
ResponderEliminarA mí que alguien pase por aquí ya me hace estar agradecido. Y si alguien se toma la molestia de comentar algo, ya es gasolina para seguir.
Supongo que por mucho subidón que te dé una boda no te hace que quieras casarte otra vez: A mí cada comentario me "obliga" a ponerme delante del ordenador otra vez, a crear, a imaginar... Me da todo lo que siempre me ha faltado: Motivos.
Me encantaría tener a mil personas que me leyeran y que me dijeran a menudo si algo les gusta o les disgusta, sentir que cada cosa que escribo llega a "algún sitio"... Me encanta que me digan qué guapa estoy y qué bien me queda el vestido de novia, pero sobre todo me encanta ver qué gente viene a mi boda, aunque sea una, o dos, o tres, o cuatro... A mí sí me dan ganas de casarme una y otra vez (es que siempre he sido muy promíscua y me encantan las fiestas en mi honor).
Por supuesto: Muchísimas Gracias y espero no decepcionarte
PD: Me gusta perder, qué dudad cabe.. Y perder de vez en cuando lo veo más sano que ganar por sistema...