miércoles, 13 de enero de 2010

2010, 1984 y Mayo del 68 (Todos Después de Cristo)


No me he marcado propósitos de año nuevo. Hace demasiado frío. Y eso que el frío me gusta. Siempre vienen a mi mente imágenes de rusas altas y rubias vistiendo solamente abrigos de piel. Supongo que son cosas que debería hacerme mirar. Igual que lo de los propósitos de año nuevo.

Este año no voy siquiera a comprar las primeras y fascinantes (en cuestión calidad – precio) entregas de ninguna colección por sugestivas que sean. Ya está todo inventado, no creo que me sorprendan.

Voy a comprar el 2010. Creo que es la inversión más rentable que se puede hacer a corto plazo hoy en día. En momentos tan convulsos de la economía mundial no hay nada como apostar por los valores seguros, aunque ya se sabe que en cuestiones económicas no hay nada seguro al cien por cien.

¿Qué nos ofrece el 2010? Nada que no nos ofrecieran años anteriores, pero a día de hoy, todavía parece un año rentable. Puede subir su valoración día a día. Puede ser aprovechable. Es cierto que cada día que pasa el riesgo de que se devalúe y pase a ser un valor a despreciar es muy alto, y yo mismo soy el primero que parece no ser consciente de esto ya que llevamos 13 días del mismo y todavía no me he afeitado todo lo que arrastro del 2009, pero no soy un animal bursátil sino un simple aficionado a la vida.

A día de hoy los Reyes no han pasado por mi casa. Es otro de los motivos del retraso en ponerme los pantalones este 2010. Seguro que mi tendencia a no valorar estas tradiciones tenga algo que ver con el asunto. Habrá que esperar el regalo de Primera Comunión que la vida también me debe.

Los Reyes no han pasado por casa, pero sí por medio mundo. Decidí obviar su rechazo y me hice hace unos días una fortaleza de cartones de cajas de juguetes que encontré en los contenedores el día de Reyes. Desgraciadamente es asaltada a diario por los huérfanos del hospicio vecino que, más desgraciados aún que yo y con menos esperanzas en el 2010 que el propio 2010, periódicamente buscan los entretenimientos que prometen en vivos colores mis paredes. He desistido de tener techo para no tener que dormir leyendo el cuadro de los requisitos tecnológicos de cada juguete. En mis tiempos sólo existía uno que era aquello de las pilas (no incluidas).

Quizás debiera regalarme algo yo mismo, pero no puedo gastar mucho dinero, al fin y al cabo, aún estoy a tiempo de comprar acciones del 2010. Entro en una librería de ocasión. La librera duerme tras el mostrador con insólita tranquilidad y con la cabeza erguida. Quizás no duerma y simplemente haya cerrado los ojos un momento. Por si acaso paseo entre los estantes con sigilosa parsimonia. Me encanta el silencio de estas tiendas, sólo alterado por la caída de algún ejemplar que se despeña de los estantes cuando intentamos buscar más de la cuenta. Casi siempre son los mismos libros los que se caen, y esto, en 2010 sigue siendo igual que en 1984. Se van al suelo los mismos libros e independientemente de la altura de la que se descuelguen suenan siempre igual. Cae por los suelos algún ejemplar en inglés de Alasteir Crowley. No hay casi nada en castellano de este autor. Me da igual, no domino el inglés pero tampoco me gustan las traducciones al castellano mal hechas. Además, no me interesa demasiado Alasteir. También se caen siempre, indefectiblemente, alguna colección de relatos de Poe, las “Rimas y Leyendas” de Bécquer, muchos libros de Ágatha Christie y el “Drácula” de Bram Stoker, pero nunca cae ninguna del resto de sus obras. Pregunto por ellas a la librera durmiente pero parece que no quiere despertar aún al 2010. Si supiera que el Gran Hermano aún nos vigila, y que por mucho tiempo que pase, siempre será así, incluso en este 2010, no dormiría tan tranquila.

Decido guardarme en el abrigo algún libro de poemas de alguien que se llame Vicente. Sólo recuerdo a Huidobro y a Aleixandre y del primero no veo nada por los estantes. Me guardo en el bolsillo exterior del abrigo una edición hispanoamericana de las Poesías Completas de Aleixandre que probablemente no me guste al llegar a casa por sus giros sudamericanos en el lenguaje, pero un libro gratis siempre es un libro gratis. Un aspecto que nos indica lo al alza que empieza el 2010 es el frío con el que ha empezado. Gracias a ese frío llevo puesto este abrigo en cuyos bolsillos me caben las Poesías Completas de Aleixandre y otro libro (de ningún Vicente) que me llama la atención y que al ser muy fino guardo en mismo bolsillo, dedicado a la pesca en los ríos de Castilla y León. No me gusta la pesca, pero me encanta leer guías y manuales sobre cosas de las que no entiendo absolutamente nada y sobre las que no tengo el mínimo interés. “La Guía Completa de la Pesca por ríos de Castilla y León 1996” es un buen ejemplo. El 2010 es otro.

La librera despierta justo cuando me planteo llenar el otro bolsillo del abrigo con algunos ejemplares de MAKOKI doblados adecuadamente para que quepan bien y no se estropeen demasiado. Con voz cansada de librera hastiada de las letras me increpa porque no se pueden doblar los tebeos. Me entran ganas de contestarla que son cómics, no tebeos, pero no creo que tenga la menor importancia. Salgo a la calle sin los Makokis y me voy a mi fortaleza de cartones para leer a Vicente Aleixandre de atrás a adelante, de su poesía más moderna a la más antigua. Ya tendré tiempo para los ríos castellanoleoneses y sus peces de hace catorce años.

Al llegar a mi fortaleza de cajas de juguetes que encontré en los contenedores el día de Reyes, para mi sorpresa me recibe en la puerta un felpudo personalizado con mi cara. Estos pequeños fenómenos son los que me hacen creer que merece la pena apostar por el 2010. "Los huérfanos del hospicio vecino habrán tenido un detalle conmigo por los malos ratos que me hacen pasar", me engaño sin ningún tipo de rubor.

Fantaseo con la idea de hacerme más pequeño este 2010. Si hubiera llegado ya el 1984 todo sería más fácil. Pero hemos de apostar por el año diez. No quiero tener problemas en los quicios de las puertas. Sueño con poder ser diminuto y pasar entre las piernas de las niñas en minifalda. Sueño con reducir mi anchura al mínimo para que el roce con el interior de sus muslos sea totalmente intencionado. Sueño con la invisibilidad. Sueño con comprar el 2010. No sé si estoy a tiempo. Por si acaso, voy a hacer una buena oferta: Mi alma y el espíritu de todos los que dicen haber estado en Mayo del 68 en París, a cambio de un 2010 menguante. Todo el mundo marca como propósito para el nuevo año algo que siempre implica crecer, hacerse más grande. Yo quiero hacerme pequeño. Debe ser más fácil. Pero no es un propósito de año nuevo, es una necesidad. El único propósito a día de hoy es invertir en el 2010.

¿No has pensado nunca lo práctico que sería ser diminuto? Siempre vienen a mi mente imágenes de rusas altas y rubias vistiendo solamente abrigos de pieles. Supongo que son cosas que debería hacerme mirar. Igual que lo de los propósitos de año nuevo.


2 comentarios:

  1. mmm... me gustan los propósitos de navidad...(ya sabes, siempre se puede quitar y añadir alguno) pero yo tenia entendido que Makoki además también era una charanga. Habrá tomado de ahí el nombre??? me tengo que hacer con algún tebeo, digo con algún comic de Makoki

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  2. Makoki es una charanga posterior al mítico Makoki (personaje) que dio lugar a la revista Makoki. Desgraciadamente, tras miles de censuras, desapareció dejando una bonita estela para muchas revistas y comics de por aquí y unos bonitos recuerdos. De hecho, creo que hace poco se publicó un libro con la historia de MAKOKI y todo lo que conllevó.
    Gracias por el comentario, da gusto sentir que te lee una supervisora...
    Besos

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